sábado, 21 de febrero de 2009

Pobre Paraná, Paraná pobre

ESTADISTICAS
Pobre Paraná, Paraná pobre

Por Ricardo Leguizamón (publicado hace unos dias en El Diario)

A veces la ciudad muestra su rostro más pobre, corre la cortina, y deja ver las habitaciones del fondo, otras veces no es necesario ni siquiera eso: no hay que encontrar nada, porque hay bastante a la luz del día, en una esquina cualquiera, donde unos nenes y otras tantas nenas venden entretención por unas monedas.

La ciudad se ha pauperizado, en varios sentidos. Quizá un dato sirva para explicar la situación: por estos días la Dirección de Estadística y Censos está elaborando un anuario estadístico de la Provincia, y en el apartado relativo al trabajo y la situación social, se encuentran índices que son un escaparate que alcanzan, y sobran, para mostrar lo que pasa con una franja de la ciudad.

En los años de la bonanza económica, entre 2003 y 2006, la franja más pobre creció un 16 %: de 247.226 habitantes, el sector social de los que menos ingresos tienen pasó a constituir una masa de 53.337 personas.

Y el sector de mayores ingresos, pasó de 23.521 a 26.622 personas. Pero con una peculiaridad, los primeros con un ingreso medio de 330,80 pesos; los otros, con un ingreso promedio de 2.191,50 pesos. O sea, 7 veces más.

Si hay que seguir mirando datos, viendo números, hay que leer otro: el costo de la canasta total para una familia tipo está hoy en Paraná en torno a los 1.412,56 pesos —en realidad, es un dato pasado de moda, pero como los índices se conocen con cuentagotas, hay que atenerse a la medición de noviembre de 2008—; y la básica, que incluye sólo alimentos, en 666,30 pesos.

Paradójicamente, la ayuda social es más bien escasa, y está lejos, bastante lejos, de cubrir aquellas cifras.
Fijémonos si no en los montos de dos programas que, en su conjunto, llegan a unos 80 mil entrerrianos, cerca de 13 mil de ellos concentrados en Paraná: el Programa de Refuerzo Alimentario Familiar (Praf) y el Programa Alimentario Familiar (Paf), ahora conocidos ambos como “A la mesa entre todos”: luego de la bancarización de esos beneficios, el Estado paga cada mes por familia entre 50 y 80 pesos.

La última cifra es ocho veces menor al costo de la canasta básica, que sólo cubre alimentos. ¿Con qué fondos se cubre el resto? ¿De qué modo se alcanza aquel costo de la canasta alimentaria?La pobreza, va de suyo, sacude a los desempleados, a los pobres. Y también a los jóvenes. Y a las mujeres. En 2007, la tasa de desocupación en Paraná era del 4,6 % —luego, treparía algunos puntos—, aunque entre las mujeres de hasta 29 años, era del 16,8 %, y entre los varones de esa misma edad, del 9,1%.
La desocupación de las mujeres duplica a la de los varones de su misma generación. Ser pobre, ser mujer, ser joven, los estigmas de la sociedad moderna.

Eso ocurre en Paraná, según la encuesta permanente de hogares. Algo pasa. Los datos dicen que el 40,7% de los hombres que trabajan, destinan más de 40 horas a la semana a su empleo, y entre las mujeres, el 23,4 % se emplea más horas de la cuenta. Eso habla de que el sueldo, así como están dadas las cosas, no alcanza para cubrir las necesidades mínimas, o no mínimas, necesidades al fin.

Por eso, el 11,5 % de los hombres que trabajan y el 11 % de las mujeres insertas en el mercado laboral buscan afanosamente otro empleo, y así engrosar la franja de los sobreocupados, de los que están empleados más horas de la cuenta para poder llegar a fin de mes, y escapar de la franja de los pauperizados, franja que está pisándole los talones, eso piensan esos hombres y esas mujeres.

En esa carrera, muchos corren con desventaja: 3 de cada 10 trabajadores en Paraná están incluidos en la categoría censal denominada “sin descuento jubilatorio”, lo que debe entenderse como “en negro”. Claro que esas estadísticas, esos datos secos tienen rostros, nombres, caras de hombres y mujeres, que se pasean por aquí, por allá, en Paraná.

Fuente: El Diario de Parana. http://www.eldiariodeparana.com.ar/textocomp.asp?id=164338

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